La sangre es un fluido vital y dinámico que fluye continuamente a través de nuestro sistema circulatorio, sustentando la vida. En un adulto promedio, la sangre representa alrededor del 8% del peso corporal total, equivalente a aproximadamente 5,6 litros en una persona que pesa 70 kilogramos. La sangre consta de dos componentes principales: plasma , que constituye el 50-60% de su volumen, y células sanguíneas , que comprenden el 40-50% restante. El plasma es principalmente agua, pero también contiene nutrientes esenciales, proteínas, hormonas y electrolitos. La porción celular incluye eritrocitos (glóbulos rojos) , leucocitos (glóbulos blancos) y trombocitos (plaquetas) , cada uno desempeñando una función distinta en el mantenimiento de las funciones corporales.
Funciones de la sangre

La sangre desempeña tres funciones fundamentales en el organismo:
1. Transporte
- Intercambio de oxígeno y dióxido de carbono: La sangre transporta oxígeno (O₂) desde los pulmones hasta los tejidos, donde las células lo utilizan para producir energía. A cambio, transporta dióxido de carbono (CO₂), un desecho metabólico, de vuelta a los pulmones para su exhalación.
- Entrega de nutrientes: después de la digestión, la sangre absorbe nutrientes (como glucosa, aminoácidos, grasas y agua) de los intestinos y los distribuye a las células para su crecimiento, reparación y energía.
- Comunicación hormonal: La sangre actúa como un sistema mensajero, transportando hormonas, vitaminas y minerales para regular la función de los órganos y mantener la homeostasis.
2. Reglamento
- Equilibrio de pH y electrolitos: La sangre contiene amortiguadores (como bicarbonato y proteínas) que neutralizan el exceso de ácidos o bases, manteniendo estable el pH del cuerpo.
- Equilibrio de líquidos: Ayuda a mantener una hidratación adecuada y la presión osmótica, garantizando que las células funcionen en un entorno óptimo.
- Control de la temperatura: La sangre absorbe el calor generado por las reacciones metabólicas y lo redistribuye, liberando el exceso de calor a través de la piel para mantener una temperatura interna estable.
3. Protección
- Defensa inmunológica: Los glóbulos blancos identifican y destruyen patógenos (bacterias, virus) a través de la fagocitosis y las respuestas inmunes.
- Neutralización de toxinas: La sangre transporta sustancias nocivas al hígado y a los riñones para su desintoxicación y eliminación.
- Mecanismo de coagulación: Las plaquetas y las proteínas de coagulación previenen el sangrado excesivo al formar coágulos en los sitios de las lesiones, sellando heridas y promoviendo la curación.
Células sanguíneas
Las células sanguíneas se producen principalmente en la médula ósea , aunque algunos glóbulos blancos se desarrollan en otros tejidos. Se clasifican en tres tipos:
1. Glóbulos rojos (eritrocitos)
Estas células discoidales le dan a la sangre su color rojo debido a la hemoglobina , una proteína que fija el oxígeno. Al carecer de núcleo, los eritrocitos no pueden dividirse y tienen una vida útil de aproximadamente 120 días . Los recuentos normales oscilan entre 4,8 millones/mm³ (mujeres) y 5,4 millones/mm³ (hombres) .
2. Glóbulos blancos (leucocitos)
Los leucocitos son la fuerza de defensa del cuerpo, combatiendo infecciones, parásitos y células anormales. A diferencia de los glóbulos rojos, tienen núcleo y pueden moverse libremente entre los vasos sanguíneos y los tejidos. Su recuento varía de 4000 a 10 000 por mm³ y aumenta durante las infecciones.
3. Plaquetas (trombocitos)
Las plaquetas, pequeñas, incoloras y sin núcleo, son cruciales para la coagulación. Se adhieren a los vasos sanguíneos dañados, liberan factores de coagulación y forman un tapón para detener el sangrado. Un adulto sano tiene entre 150.000 y 350.000 plaquetas/mm³ , con una vida útil de 5 a 7 días .
Conclusión
La sangre es un fluido complejo que sustenta la vida y desempeña múltiples funciones: transportar elementos esenciales, regular el estado del organismo y defenderse de las amenazas. Sus componentes celulares trabajan en armonía para garantizar la supervivencia, lo que la convierte en uno de los sistemas más vitales de la fisiología humana.