La obesidad no es simplemente una cuestión de sobrepeso; es una condición de salud multifacética y a largo plazo que aumenta significativamente el riesgo de enfermedades graves que afectan el corazón, los riñones y el metabolismo. Sandy Sommer, quien dirige la división Cardiovascular, Renal y Metabólica de Boehringer Ingelheim, enfatiza la importancia de considerar la obesidad no de forma aislada, sino como parte de una red de problemas de salud interconectados.
El impacto global de la obesidad va mucho más allá de la apariencia o la masa corporal: afecta profundamente los sistemas orgánicos internos. Esta condición altera el complejo equilibrio entre órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, lo que provoca un deterioro generalizado de la salud en lugar de daños orgánicos aislados.
Solo en Estados Unidos, una abrumadora mayoría de adultos obesos (más de la mitad) padece hipertensión arterial, mientras que casi una cuarta parte tiene diagnóstico de diabetes. El hígado es otro motivo de gran preocupación; más del 75 % de los adultos con obesidad corren el riesgo de desarrollar enfermedad hepática esteatósica asociada al metabolismo (MASLD), una afección crónica causada por la acumulación excesiva de grasa en el hígado. Resulta alarmante que aproximadamente un tercio de estas personas progrese a un estado más avanzado y perjudicial conocido como esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica (MASH).
De cara al futuro, se prevé que la propagación mundial de la obesidad se intensifique drásticamente. Las previsiones sugieren que, para 2035, casi 2000 millones de personas podrían vivir con obesidad, lo que generaría una enorme carga financiera estimada en 4 billones de dólares anuales, aproximadamente el 3 % del producto interior bruto mundial.
Un llamado a la acción global
No hay tiempo que perder. La obesidad representa una emergencia sanitaria generalizada con consecuencias que se extienden a múltiples áreas de la salud humana. Una respuesta eficaz requiere la cooperación entre las disciplinas médicas y los sistemas de salud.
Es crucial desmantelar el actual enfoque compartimentado de la atención y construir un modelo cohesionado y colaborativo. Comprender cómo la obesidad afecta simultáneamente a múltiples órganos, como el hígado, el corazón y los riñones, puede conducir a mejores estrategias de prevención y tratamiento, y también podría aliviar la presión sobre las infraestructuras sanitarias globales.
Hay mucho en juego
La sensibilización pública y a nivel de políticas es esencial para garantizar que la obesidad, y en particular las enfermedades hepáticas relacionadas con la obesidad, reciba la atención que merece en el debate más amplio sobre las enfermedades no transmisibles (ENT). El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS 3.4) de la Organización Mundial de la Salud establece un ambicioso objetivo: reducir en un 33 % las muertes prematuras por ENT, la principal causa de muerte en todo el mundo. Las enfermedades cardiovasculares y metabólicas, incluida la diabetes, contribuyen a aproximadamente la mitad de estas muertes.
Alinear las políticas sanitarias mundiales con el conocimiento científico actual sobre cómo interactúan las enfermedades cardiovasculares, renales y metabólicas es clave para lograr avances significativos en esta área.
Compromiso con el cambio
En Boehringer Ingelheim, nos dedicamos por completo a transformar la vida de las personas afectadas por la obesidad y sus complicaciones de salud asociadas, que abarcan desde trastornos hepáticos hasta enfermedades renales y cardíacas crónicas. Nuestro enfoque implica establecer colaboraciones sólidas, ampliar los límites de la investigación médica y ofrecer tratamientos innovadores basados en la evidencia.
Este no es un esfuerzo a corto plazo. Nos comprometemos a impulsar esta misión a largo plazo, impulsados por la convicción de que un futuro mejor y más saludable está al alcance de quienes padecen estas enfermedades interconectadas.