El término «estándar de oro» se refiere al parámetro más fiable y preciso con el que se comparan todos los demás métodos. En el análisis de la composición corporal, esta etiqueta denota la herramienta más precisa disponible actualmente para medir la grasa corporal. Sin embargo, lo que se considera un estándar de oro puede cambiar con el tiempo a medida que surgen nuevos descubrimientos y tecnologías.
Actualmente, la absorciometría dual de rayos X (DXA) se cita con frecuencia como la técnica líder. Esta exploración proporciona un análisis muy detallado de la composición corporal, evaluando la grasa, el tejido magro y la densidad ósea en diferentes regiones del cuerpo. Funciona emitiendo dos haces de rayos X con diferentes niveles de energía, midiendo cómo son absorbidos por los distintos tejidos del cuerpo.
A pesar de sus ventajas, la DXA no está exenta de inconvenientes:
Distribución de la grasa
Aunque la DXA proporciona un porcentaje de grasa corporal total y diferencia entre masa magra y grasa, no distingue claramente entre la grasa visceral (que envuelve los órganos internos) y la grasa subcutánea. Esta falta de especificidad puede limitar su utilidad para evaluar ciertos riesgos para la salud asociados con la grasa abdominal.
Efecto de la masa ósea y muscular
La DXA mide la absorción de los rayos X, y tanto el hueso como el músculo pueden afectar estas lecturas. En personas con huesos especialmente densos o mucha masa muscular, la exploración puede inflar ligeramente las estimaciones de grasa corporal debido a la superposición de densidades tisulares.
Sensibilidad al equilibrio de fluidos
Las fluctuaciones en el agua corporal, ya sea por deshidratación o retención de líquidos, pueden influir en la precisión de la DXA, ya que el contenido de agua puede afectar la forma en que los tejidos absorben los rayos X.
Limitaciones con datos demográficos específicos
La precisión de los resultados de DXA puede variar según la edad, la etnia o ciertas condiciones de salud, lo que la hace menos confiable para todas las poblaciones.
Riesgo de radiación
Si bien utiliza dosis bajas de radiación, las exploraciones repetidas pueden acumularse con el tiempo, lo cual es un factor importante a tener en cuenta cuando se necesita un monitoreo frecuente.
Alto costo y disponibilidad limitada
Las máquinas DXA son costosas y requieren operadores capacitados. Esto las hace menos accesibles que herramientas más sencillas como los dispositivos BMI o BIA.
Diferencias entre observadores
La precisión de la DXA puede verse influenciada por factores humanos, como la técnica del operador o la calibración de la máquina, lo que podría generar pequeñas diferencias entre los resultados.
A pesar de estos problemas, la DXA sigue siendo el método predilecto para un análisis exhaustivo. Sin embargo, la herramienta más precisa no siempre es la opción más práctica en la práctica médica habitual. El costo, la disponibilidad y el nivel de detalle necesario influyen en el método elegido para evaluar la grasa corporal.
Métodos alternativos a la DXA
Existen otras herramientas que se utilizan para medir la grasa corporal cuando la DXA no es posible:
Análisis de impedancia bioeléctrica (BIA)
El BIA funciona enviando una pequeña corriente eléctrica a través del cuerpo. Dado que la grasa, los músculos y los huesos conducen la electricidad de forma diferente, el dispositivo calcula la composición corporal analizando la resistencia a esta corriente. Los dispositivos BIA son asequibles, portátiles y fáciles de usar, lo que los hace populares en entornos clínicos y de fitness. Sin embargo, los resultados pueden verse afectados por la hidratación, el nivel de actividad, el sexo y la edad.
Mediciones de pliegues cutáneos
Mediante calibradores, esta técnica mide el grosor de los pliegues cutáneos en varios puntos del cuerpo para estimar la grasa subcutánea. Estos valores se aplican a ecuaciones para calcular el porcentaje total de grasa. Si bien es económico y sencillo, la precisión de este método depende en gran medida de la habilidad del técnico.
Imágenes por resonancia magnética (IRM)
La resonancia magnética evalúa la grasa corporal determinando el volumen del tejido adiposo en lugar de su masa. Es especialmente útil para determinar la distribución de la grasa, especialmente la visceral e intraabdominal. La resonancia magnética no utiliza radiación, lo que la hace segura incluso en niños. Sin embargo, debido a su alto costo y acceso limitado, se limita principalmente a la investigación y no al uso clínico diario. Las imágenes avanzadas también pueden evaluar la grasa en órganos como el hígado, lo que ofrece información sobre problemas metabólicos más profundos.
Aunque son eficaces en entornos de investigación, estas herramientas avanzadas de imagenología aún no forman parte de la práctica clínica habitual. Son más adecuadas para estudios controlados que para evaluaciones rutinarias.
Índice de masa corporal (IMC)
En entornos clínicos, el IMC sigue siendo una herramienta de referencia para evaluar el estado de peso. Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilogramos entre su altura en metros al cuadrado. Si bien no mide directamente la grasa, sirve como un indicador indirecto práctico. El IMC es simple, reproducible y útil para monitorear tendencias a lo largo del tiempo.
Sin embargo, es importante reconocer las limitaciones del IMC. No distingue la grasa del músculo ni tiene en cuenta su distribución. Por ejemplo, dos personas podrían tener el mismo IMC, pero presentar riesgos de salud muy diferentes según la ubicación de la grasa en sus cuerpos. Los CDC enfatizan que el IMC debe interpretarse como parte de una evaluación de salud más amplia, no como un indicador independiente de obesidad.
Circunferencia de la cintura (CC)
El CC es otra medida práctica y de uso frecuente. Proporciona información sobre la grasa abdominal, que está más fuertemente asociada a riesgos para la salud que el peso total. Estudios han demostrado que el índice cintura-cadera es un predictor independiente del riesgo de enfermedad, incluso controlando el peso total. Sin embargo, el CC también está sujeto a la variabilidad del usuario y a la inconsistencia en la técnica de medición.
Conclusión
La DXA y el IMC tienen propósitos distintos, pero complementarios. La DXA proporciona una visión completa y muy precisa de la composición corporal, pero es costosa y no siempre práctica. El IMC, aunque menos preciso, ofrece un método simple y eficiente para el cribado general y las evaluaciones a nivel poblacional. La opción ideal depende del contexto, los objetivos y los recursos disponibles. En la práctica clínica, una combinación de métodos puede proporcionar la mejor perspectiva sobre la salud de una persona.