¿Qué es el linfoma?

El término linfoma describe un grupo de cánceres de la sangre que se originan en el sistema linfático. Esta parte vital del sistema inmunitario comprende tejidos, vasos y órganos que ayudan al cuerpo a combatir infecciones. El linfoma se desarrolla cuando los glóbulos blancos del sistema linfático se transforman en células cancerosas de rápida multiplicación.

Los dos tipos principales de linfoma son: 

Linfoma de Hodgkin: Se caracteriza por la presencia de células de Reed-Sternberg al observarlas al microscopio. 

Linfoma no Hodgkin (LNH): Es un tipo más común que abarca una amplia variedad de linfomas con características celulares distintivas.

¿Es común el linfoma?

El linfoma no Hodgkin es significativamente más común que el linfoma de Hodgkin. Según la Sociedad Americana del Cáncer, el LNH representa aproximadamente el 4 % de todos los cánceres en Estados Unidos, con más de 90 000 nuevos casos diagnosticados anualmente.

Causas del linfoma

La causa exacta del linfoma no se comprende completamente. Sin embargo, ciertos factores pueden aumentar el riesgo, entre ellos: 

Infecciones virales: virus de Epstein-Barr, VIH o virus del herpes asociado al sarcoma de Kaposi. 

Trastornos autoinmunes: Afecciones en las que el sistema inmunitario ataca por error a las células sanas. 

Debilitamiento del sistema inmunitario: A menudo debido a trasplantes de órganos u otros tratamientos médicos. 

Antecedentes familiares: Tener familiares con linfoma puede aumentar el riesgo. 

Otras afecciones médicas : Daño al sistema inmunitario causado por enfermedades o procedimientos.

Síntomas del linfoma

Los síntomas del linfoma varían según su tipo y ubicación en el cuerpo. Los signos comunes incluyen: inflamación de los ganglios linfáticos; pérdida de peso inexplicable; fiebre y sudores nocturnos; fatiga persistente; pérdida de apetito; picazón; agrandamiento del bazo o del hígado, que causa malestar o sensación de plenitud abdominal; síntomas respiratorios como tos o dificultad para respirar si afecta el pecho; y dolor o hinchazón abdominal. Dado que estos síntomas también pueden presentarse en afecciones menos graves, es fundamental consultar a un profesional de la salud cuanto antes.

Diagnóstico del linfoma

El proceso de diagnóstico del linfoma suele incluir: 

Pruebas de imagen: tomografías computarizadas, resonancias magnéticas o tomografías PET para identificar anomalías como ganglios linfáticos agrandados. 

Biopsia: extracción de tejido de un ganglio linfático u órgano afectado para su examen microscópico. 

Análisis de sangre: evaluación del estado general de salud y detección de anemia o niveles anormales de proteínas. Se pueden realizar pruebas adicionales para determinar el tipo específico y la extensión de la enfermedad.

Opciones de tratamiento para el linfoma

El tratamiento del linfoma depende de su tipo y progresión. Las terapias comunes incluyen: 

Vigilancia activa: Monitoreo de linfomas de crecimiento lento sin tratamiento inmediato. 

Quimioterapia: Medicamentos para destruir las células cancerosas. 

Radioterapia: Radioterapia dirigida para reducir el tamaño de los tumores. 

Inmunoterapia: Fortalecimiento del sistema inmunitario para combatir el cáncer. 

Terapia CAR-TCell: Reingeniería de las células inmunitarias del paciente para atacar las células cancerosas. 

Terapia dirigida: Medicamentos diseñados para atacar mecanismos específicos de las células cancerosas. Gracias a los avances en la medicina, muchos tipos de linfoma son tratables, y algunos incluso curables.

La importancia de la detección temprana

Reconocer los síntomas a tiempo y buscar atención médica inmediata puede mejorar significativamente los resultados del tratamiento del linfoma . Las revisiones de rutina y el conocimiento de los factores de riesgo son fundamentales para lograr un mejor pronóstico.

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