Obesidad sarcopénica

Con la creciente comprensión de la obesidad, se ha hecho evidente que no existe de forma aislada, sino que a menudo interactúa con otros problemas de salud graves. Una de estas afecciones relacionadas es la sarcopenia, una reducción progresiva de la masa y la función muscular. Cuando la acumulación excesiva de grasa y la sarcopenia se presentan simultáneamente, la afección se denomina obesidad sarcopénica (OS) . Los expertos la consideran cada vez más un problema acuciante de salud pública.

A pesar de su gravedad, la SO aún no ha alcanzado un reconocimiento generalizado. Muchos pacientes probablemente nunca han oído hablar de ella, e incluso los sitios web de salud más populares no la incluyen en sus bases de datos médicas.

Este descuido es preocupante, ya que la obesidad sarcopénica crea un círculo vicioso perjudicial: el aumento de peso corporal dificulta el movimiento y el ejercicio, lo que conlleva pérdida muscular; a su vez, la disminución de la fuerza muscular dificulta la actividad física, lo que a menudo empeora el estado de peso de la persona. Para los profesionales sanitarios, comprender a fondo la sarcopenia puede ser clave para ayudar a los pacientes a superar este círculo vicioso.

 

¿Qué es la obesidad sarcopénica?

La Organización Mundial de la Salud caracteriza la obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa corporal que pone en peligro la salud. Si bien el índice de masa corporal (IMC) sigue siendo una herramienta de diagnóstico común, sus limitaciones son ampliamente criticadas.

La obesidad sarcopénica desafía las percepciones tradicionales. Es posible encontrar personas con un IMC alto que mantienen una fuerza muscular considerable, a veces debido a que sus cuerpos se adaptan a soportar más peso. Además, existen personas con «obesidad metabólicamente sana», en quienes, a pesar de un IMC elevado, sus marcadores metabólicos se mantienen estables.

La sarcopenia, por otro lado, es la pérdida gradual de la masa y la función del músculo esquelético que suele acompañar al envejecimiento. Sus orígenes son complejos: van desde cambios hormonales hasta desuso, procesos inflamatorios, mala nutrición, enfermedades crónicas y resistencia a la insulina.

La combinación de sarcopenia y obesidad da lugar a SO. En 2022, un panel mundial de expertos ofreció una definición unificada: la presencia simultánea de exceso de grasa y disminución de la masa o función muscular.

Sin embargo, aún no existe consenso sobre los estándares diagnósticos exactos. Como se señala en Nutrición Clínica , la ausencia de una definición estandarizada dificulta la investigación y dificulta la capacidad de evaluar la frecuencia o la importancia clínica de la OS.

Aunque las estimaciones de prevalencia varían, un importante metanálisis que abarcó a unas 86.000 personas mayores de 60 años estimó que aproximadamente el 11 % podría padecer OS. Dada la sutileza de los síntomas, muchos casos podrían no llegar a diagnosticarse formalmente.

 

Implicaciones para la salud de la obesidad sarcopénica

La obesidad sarcopénica supone una doble carga para el metabolismo. Con baja masa muscular, el cuerpo se vuelve menos eficiente al procesar energía, mientras que el exceso de grasa aumenta el riesgo de enfermedades graves como la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares. Cada componente es peligroso por sí solo, pero su combinación lo agrava.

La sordera, que suele desarrollarse en la mediana edad o más tarde, suele pasar desapercibida hasta que se agrava. La masa muscular disminuye de forma natural con la edad (alrededor de un 5 % por década después de los 30), a menos que se tomen medidas. La grasa también puede infiltrarse en el tejido muscular, lo que afecta su función. La distribución de la grasa, y no solo su cantidad, se considera actualmente un indicador crítico de riesgo para la salud.

Los hallazgos del Estudio de Róterdam a largo plazo —una cohorte de casi 6000 personas de 45 años o más con un IMC superior a 27— vincularon el uso de SO con un mayor riesgo de muerte por todas las causas. Los investigadores midieron variables como la fuerza de agarre, la densidad ósea y la composición corporal.

En este estudio, el 5% presentó SO con un marcador de composición corporal anormal, mientras que el 0,8% presentó dos. Las tasas de mortalidad fueron notablemente más altas en quienes presentaron SO que en quienes no la presentaron.

Además de una mayor mortalidad, la SO se asocia con un mayor riesgo de sufrir varias otras afecciones:

Enfermedad cardiovascular

El SO está significativamente vinculado a problemas cardíacos. Aumenta la probabilidad de desarrollar resistencia a la insulina, síndrome metabólico y alteración del metabolismo de lípidos y glucosa. Estos cambios contribuyen a la aterosclerosis, una afección subyacente a muchas enfermedades cardiovasculares. Además, la fibrosis miocárdica, o cicatrización del músculo cardíaco, se observa con frecuencia en casos de SO.

Inflamación

Las respuestas inflamatorias están vinculadas a numerosas enfermedades, en particular las metabólicas. La obesidad por sí sola puede crear un estado proinflamatorio, y cuando el tejido muscular se infiltra con grasa, esto puede desencadenar o empeorar la aterosclerosis. Las respuestas inflamatorias no solo se derivan del SO, sino que también pueden intensificarlo, alimentando un ciclo peligroso.

Reducción de la calidad de vida y la salud mental

La debilidad muscular puede dificultar los movimientos cotidianos, lo que afecta la independencia y la calidad de vida. La Sociedad Americana para la Investigación Ósea y Mineral señala que las personas con sarcopenia tienen más del doble de probabilidades de sufrir caídas que provoquen fracturas óseas. Estas lesiones, como fracturas de cadera o muñeca, pueden afectar gravemente la vida diaria.

Las investigaciones también demuestran que la osteoartritis aumenta el riesgo de osteoartritis de rodilla. Las personas con osteoartritis tienden a tener una menor densidad ósea y son más propensas a sufrir fracturas no espinales que quienes simplemente padecen obesidad.

Condiciones de capitalización

Para empeorar las cosas, la obesidad y la sarcopenia se retroalimentan. La movilidad reducida causada por cualquiera de las dos afecciones desalienta la actividad física, lo que puede exacerbar ambas. Muchos problemas de salud relacionados (hipertensión, huesos débiles, resistencia a la insulina) complican aún más este ciclo.

 

Factores de riesgo contribuyentes

Un factor principal que contribuye a la OS es el desequilibrio entre la ingesta calórica elevada y la actividad física insuficiente. Sin embargo, otros factores biológicos y relacionados con el estilo de vida también contribuyen, como la inflamación, los cambios hormonales y la resistencia a la insulina. Si bien el envejecimiento es un factor de riesgo importante, no es la única causa.

 

Mecanismos biológicos de la obesidad sarcopénica

Esta afección no solo afecta el volumen muscular, sino también la fuerza y ​​la composición tisular. Los cambios hormonales durante el envejecimiento desempeñan un papel fundamental. En las mujeres, la reducción de estrógenos después de la menopausia tiende a aumentar la grasa abdominal. En los hombres, la disminución de testosterona puede provocar pérdida muscular y mayor acumulación de grasa.

La masa muscular depende en gran medida de la síntesis de proteínas. Si la degradación supera la reconstrucción, el deterioro muscular se acelera. Por eso, la dieta y una ingesta adecuada de proteínas son cruciales.

Con el envejecimiento, las células grasas se expanden y secretan sustancias como leptina, resistina y quemerina, junto con citocinas inflamatorias como TNF-α, IL e INF-γ. Este entorno bioquímico fomenta la inflamación crónica, lo que contribuye significativamente a la progresión y las complicaciones de la OS.

 

Criterios de diagnóstico y medición

Debido a que la sarcopenia progresa lentamente, a menudo se presenta como un envejecimiento típico. Los investigadores aún buscan biomarcadores asequibles, pero por ahora, el diagnóstico se basa en la combinación de evaluaciones de obesidad y sarcopenia.

El IMC sigue siendo la métrica de referencia para la obesidad, a pesar de sus deficiencias. El diagnóstico de sarcopenia requiere evaluar tanto el tamaño como la función muscular. Según el Grupo de Trabajo Europeo de 2010, ambos aspectos son necesarios, dado que la fuerza y ​​la masa se influyen mutuamente. También evalúan la velocidad de la marcha; velocidades inferiores a 0,8 metros por segundo sugieren sarcopenia.

La masa y la fuerza muscular se miden mediante diferentes métodos. Las tomografías computarizadas (TC) y las resonancias magnéticas (RM) ofrecen alta precisión, pero son costosas. La absorciometría de rayos X de energía dual (DXA) proporciona una estimación rentable de la distribución de la grasa y el músculo.

Las pruebas de prensión manual se utilizan a menudo para evaluar la fuerza, mientras que los movimientos de rodilla pueden proporcionar datos adicionales. El rendimiento funcional puede evaluarse mediante pruebas como la Batería Corta de Rendimiento Físico (SPPB), la velocidad de la marcha, la prueba de levantarse y andar y las pruebas de potencia para subir escaleras.

El diagnóstico requiere un análisis holístico de estos indicadores para identificar con precisión la obesidad sarcopénica.

Tratamiento de la obesidad sarcopénica

Dada su naturaleza multifacética, el manejo de la OS a menudo requiere un equipo multidisciplinario, que abarca desde especialistas en obesidad y envejecimiento hasta dietistas y fisioterapeutas. Otras comorbilidades podrían requerir la colaboración de endocrinólogos u oncólogos. Una comunicación fluida entre los profesionales sanitarios es esencial para elaborar un plan de tratamiento eficaz.

La estrategia de tratamiento refleja el manejo de la obesidad en general, pero debe tener en cuenta la función muscular comprometida.

Ejercicio

Crear una rutina de ejercicios sostenible y segura es vital. El régimen debe incluir ejercicios aeróbicos, entrenamiento de resistencia y ejercicios que fomenten la flexibilidad y la estabilidad. Para quienes corren riesgo de desarrollar osteoartritis pero aún no han sido diagnosticados, la actividad regular puede ser una poderosa herramienta preventiva.

Nutrición

La planificación nutricional para la obesidad requiere un equilibrio cuidadoso. La restricción calórica por sí sola puede provocar una mayor pérdida muscular: hasta una cuarta parte del peso perdido puede corresponder a tejido muscular en personas obesas.

El enfoque debe estar en maximizar la densidad nutricional para favorecer la salud muscular y reducir la grasa. La proteína es esencial. Los expertos recomiendan de 1,0 a 1,2 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal para personas mayores de 65 años. Nutrientes como los aminoácidos, la vitamina D y los omega-3 también contribuyen. Estudios observacionales sugieren que minerales como el magnesio, el selenio y el calcio también son beneficiosos.

Medicamentos y cirugía

La pérdida rápida de peso puede dañar la integridad muscular y ósea, por lo que los pacientes que toman medicamentos contra la obesidad deben procurar un progreso gradual, no más de un kilo por semana. La edad es un factor crucial al considerar los medicamentos; algunos están aprobados para uso general, pero pueden presentar mayores riesgos para las personas mayores. Por ejemplo, los problemas gastrointestinales con los medicamentos GLP-1 tienden a ser más intensos en las personas mayores.

La cirugía bariátrica suele estar dirigida a adultos de 18 a 65 años sin comorbilidades graves. Si bien puede ser adecuada para algunos pacientes más jóvenes con esclerosis lateral amiotrófica (ES), su estado nutricional y sus afecciones subyacentes deben controlarse cuidadosamente.

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